Casting para Alecto

Alecto Carrow

✘ NOMBRE DEL PERSONAJE POR EL QUE OPTAS.
Alecto Carrow.

✘ RAZONES POR LAS CUALES DESEAS TOMAR AL PERSONAJE.
SIempre he querido hacer una Alecto, he estado haciendo tiempo porque pensé que alguien la pediría, pero no lo han hecho y la verdad, siempre, siempre he querido hacerla, me parece un personaje estudiable, en cierta forma no sabría cómo decirlo, creo que es...peculiar a su manera, que definitivamente es una mortifaga en toda regla y que particularmente su psiquis sería algo digno de intentar comprender, es todo un reto para mí hacer una Alecto y sobre todo una adulta..

✘ TIEMPO QUE LE DEDICARÍAS AL PERSONAJE, DENTRO DEL ROL.
Pues, todo el que me sea posible, suelo comprometerme con lo que hago, pero tengo una vida que no pienso abandonar y estudios y eso, estaré disponible siempre para rolear y algunas veces pasaré por el CB pero no puedo dedicarle 24/7 XD.

✘ ARGUMENTO DEL CASTING.
Admito abiertamente que es un casting que hice una vez, es de la época de Alecto en la escuela y no estoy segura de si eso influenciará de alguna manera la decisión pero espero que no, Alecto se está escapando una noche después de un día aburrido y es después del toque de queda, pero entonces es atrapada por un prefecto al que le tiene manía y bueno, se las ingenia para salir ilesa del asunto..

✘ CASTING.

Alecto sonrió ligeramente divertida mientras jugaba con el vaso de whiskey de fuego que tenía en la mano derecha, escuchaba la risa de su hermano sentado frente a ella, aparentemente divertido ante viejas anécdotas de escuela y ella, por su parte, solo atinó a levantar el vaso hasta sus labios y darse un trago de aquel liquido que le bajó caliente por la garganta.

-Entonces ovliviateaste a Clevler cuando tenías 15 años-comentó Amycus frente a ella con una sonrisa ladina; ella sonrió por su parte.

-Era eso o perder puntos, y no estaba dispuesta a lo segundo y de paso a ser castigada por un Hufflepuf-se encogió de hombros.

-Cuéntame hermanita ¿Qué fue lo que pasó?-cuestionó él arqueando una ceja entre divertido y ligeramente curioso. Alecto sonrió, se inclinó hacia delante y empezó.

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Alecto apoyó la mandíbula en la palma de su mano y miró con aburrimiento las gotas de lluvia caer y chocar contra las ventanas de una de las torre mientras el profesor de historia de la magia daba nueva cuenta de alguna absurda anécdota que en realidad no terminaba ni de llamarle la atención ni de interesarle realmente, habría suspirado, gritado e incluso saltado si con eso hubiera logrado detener la caída de esa lluvia fuera de su ventana pero sabía que eso imposible y se sentía frustrada a niveles insospechados incluso para ella misma. Escuchó el sonido de la campana que anunciaba el final de las clases por ese día y se puso de pie recogiendo los pergaminos de su mesa, en blanco tal cual habían llegado a la clase, con un ligero movimiento se levó la mochila de piel de dragón a un hombro y alcanzó saliendo de la clase junto con sus demás compañeros y sumida el peor de los aburrimientos de este planeta.

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Pasaban ya de las diez cuando la sala común de Slytherin finalmente se vio vacía por entero, Alecto estaba segura que esa medición de tiempo era errónea, estaba más cerca de la media noche que de las diez, pero su hermano, con una sonrisa, le había dado precisamente esa hora como si la estuviera incitando con eso a hacer algo que sabía que la morena tenía horas meditando y planeando. Fue un verdadero suplicio aguantar a las Black durante lo que duró su estadía en la sala, y sobre todo fingir que las ignoraba y que estaba mucho más concentrada en su ensayo de pociones que en la forma en la que discutían vaya Merlín a saber que estupidez pero cuando finalmente llegó la hora, cuando estaba segura de que sus compañeros había dejado caer la cabeza en la almohada y dormían el sueño de los inocentes, entonces fue su momento de ponerse de pie.

Vestía de negro de la cabeza a los pies, llevaba el pelo sujeto para que no ondeara en la oscuridad del castillo y se movía tan sigilosa como sus piernas se lo permitían, se había logrado escabullir de la sala común de su casa sin más percance que alguna mascota extraviada que amanecería petrificada si era por ella y había tenido que pegar su cuerpo a la pared hasta sentir las frías piedras clavadas en la espalda cuando pasó cerca del despacho de su jefe de casa, pero finalmente Alecto había logrado salir de las mazmorras y se encontraba en el primer piso del castillo con una sonrisa satisfecha en el rostro.

Su verdadero objetivo era el exterior, con el frío viento nocturno acompañado de la ligera humedad que había causado la lluvia casi torrencial que había pasado todo el maldito día cayendo, Alecto necesitaba el aire libre, necesitaba salir un rato y respirar lejos de la tensión que la rodeaba y de las miradas de las personas que se posaban en ella y murmuraban cosas a sus espaldas; no le importaba, pero era un ser humano, y necesitaba de vez en cuando su propio espacio para hacer las cosas.

Emprendió pues la marcha hacia el exterior, tratando de tener cuidado en la forma en que avanzaba y procurando hacer el menor ruido posible, pero un error de cálculo, tan mínimo que Alecto se habría golpeado de buena gana contra la pared hasta sangrar la había delatado. Su pie había medio tropezado con la delgada cola de un gato escurridizo y, ligeramente asqueada por esa sensación en el tobillo de su pierna había terminado agarrada de cualquier manera a una armadura que cedió ante ella chocando contra el suelo con un ruido metálico que retumbó en sus oídos. Alecto miró en derredor buscando a alguien y, cuando estaba a punto de suspirar de satisfacción por no ser atrapada entonces escuchó los pasos de alguien acercándose y vio el lumos de una varita iluminando el área.

-Un paso al frente-escuchó decir cerca de ella, estaba de espaldas, pero no por eso dejó de reconocer la voz de cierto Hufflepuf al que le tenía especial manía-ustedes los Slytherin no pueden evitar hacer lo que se les da la gana ¿no?-cuestionó él cuando le vio finalmente la cara; Alecto odió la sonrisita de suficiencia en sus labios.

-Vamos Clever-murmuró ella por lo bajo apartándose un mechón de pelo salido de su moño-ahórrame toda esta palabrería y dime mejor cuál es tu precio-terminó clavando en el los ojos claros, le vio fruncir el ceño y dejar escapar una suave risita que la irritó en demasía.

-No todos vendemos nuestras lealtades Carrow-murmuró él estirando un brazo y sujetando el de ella. Fue entonces cuando Alecto reaccionó, detestaba que la tocara alguien por quien sentía especial desprecio, fue un movimiento rápido, un reflejo, lo que llevó a su mano hasta su varita y que la hizo de inmediato esgrimirla como una espada entre su cuerpo y el de él, sus ojos tenían un brillo cruel en la mirada.

-No me toques-dijo ella entonces, puntualizando cada palabra y entrecerrando los ojos, podía hechizarlo, tenía mejores reflejos que él, y sus obliviate eran bastante fuertes a esa altura de juego. Vio como el rostro del Hufflepuf se crispaba y soltaba su mano y Alecto, ni tonta ni perezosa reconoció en ese momento su oportunidad. No le dio el tiempo adecuado para reaccionar ante ella, jamás sería tan tonta como para dárselo, ella no era ninguna Gryffindor llena de honor-obliviate-murmuró, tan bajo que estaba segura de que no la escucharían y tomando por sorpresa a aquel Hufflepuf que era bastante corto en reflejos. Vio el rayo de magia chocar contra su cuerpo y como los ojos mostraban una expresión atontada, perdida.

Alecto dio dos pasos a él, situándose cerca de su oído.

-Continúa tu ronda, no has visto a nadie fuera esta noche, y has revisado la torre de astronomía tantas veces hoy que ya no sabes bajo que sombra buscar-murmuró, clavó en él sus ojos un instante más y acto seguido se giró sobre sus talones en dirección a la torre antes mencionada, teniendo especial cuidado en sus pasos y, por si acaso, esta vez, iba bien oculta bajo un hechizo desilusionador. Alecto no se dejaría atrapar dos veces en una noche.